Cuando tu sexo determina tu prestigio
Cuando pensamos en bienes de prestigio tal vez nos vienen a la mente coches de lujo, mansiones o ropa de marca. Poseer artículos de gran valor por su escasez, su historia o belleza se asocia con ser alguien de prestigio. Sin embargo el concepto de “bien de prestigio” abarca mucho más. De hecho ser parte de la realeza, ser conocido por nuestros logros académicos o profesionales o ser pionero en algo puede ser también la causa de nuestro prestigio, con él vienen asociados la fama, el dinero, el poder e incluso para algunos, la felicidad. Pero, ¿qué es el prestigio?
La palabra prestigio, del latín, praestigium, significaba ilusiones o fanfarronerias y mantuvo este significado hasta la Edad Media. De acuerdo con el Diccionario de Antropología, el término hace regencia a la capacidad de despertar admiración y estima entre los demás miembros de la comunidad. Podemos hablar de prestigio como la estimación, el buen nombre, el honor o buen crédito y también como la autoridad por aprobación social que merece alguien o algo (Krueger, 2008).
Está estrechamente relacionado con la posición social de la persona y depende del control que esta ejerza sobre las fuentes de poder o riqueza. Y por tanto conlleva desigualdad de oportunidades, de derechos y de obligaciones (Krueger, 2008). Está claro que no tendrá el mismo acceso a la educación superior el hijo de un magnate de los negocios que un niño nacido en el África subsahariana.
El prestigio va ligado a los factores del control de las sociedades como la obediencia a las instituciones. Gustav Le Bon concluyó que el prestigio es una de las fuentes principales de todo gobierno. Identificó el prestigio como aquella clase de poder que el individuo ejerce a través de una obra o de una idea sobre el alma colectiva; y acentuó los aspectos irracionales del prestigio, mostrando que nos impide ver las cosas como realmente son. Y para Mongenthau el prestigio, al contrario de lo que ocurre en el mantenimiento y adquisición del poder, es raramente un fin en sí mismo, pero que es «un elemento tan intrínseco en las relaciones entre las naciones, como el deseo de prestigio pueda serlo en las relaciones entre los individuos» (Roucek, 1957).
Como hemos visto el concepto varía en función de la situación específica en la que se da, en los cuales significan una cosa u otra dependiendo si se dirige a individuos particulares o a grupos. Y las maneras en las que se expresa el prestigio también varían. Así un anciano puede tener prestigio solo por su edad en una sociedad, sin importar ningún otro factor, ni investigar su validez; y en otra ser tratado como algo inútil e inservible.
Quizás el bien de prestigio más arraigado y presente en muchas sociedades sea el estatus del hombre en comparación con la mujer. A pesar de lo mucho que se ha avanzado en materia legal, sigue habiendo una brecha muy importante solo por el sexo que se nos asigna al nacer. Durante décadas la mujer ha ido por detrás del hombre en muchos aspectos y en un tiempo era así literalmente. Relegada al cuidado del hogar, de los niños y de los mayores, sus oportunidades siempre han sido inferiores. Estos roles de poder y sumisión se perpetúan y sostienen gracias al soporte de toda la sociedad. En conjunto de normas y creencias junto con las instituciones hacen muy difícil romper este círculo. Y por eso se le llama “patriarcado” al sistema que comprende a los tres poderes del estado y a la sociedad que concede privilegios al hombre y que niega a la mujer o cualquier otra persona que se salga de lo establecido*.
Algunos ámbitos en los que el hombre tiene mayores ventajas son:
El ámbito laboral. Siempre ha habido una gran dicotomía en los trabajos, habiendo trabajos de hombre como científico o profesor y de mujer, como azafata o secretaria. Hoy en día se conoce como “techo de cristal” ya que es una barrera que parece no existir pero que impide a las mujeres llegar a las altas esferas corporativas. La conciliación familiar es casi imposible en muchos estados y existe una brecha salarial importante aunque hay países donde se han tomado medidas para contrarrestar esto, sigue habiendo una gran diferencia. Nacer hombre da más garantías de llegar a ser un gran empresario o tener éxito profesional. Ejemplo claro, el fútbol femenino tiene muchísimo menos público y está peor pagado que el masculino y se da por hecho que es un deporte por y para los hombres. Aun cuando la selección femenina pueda tener más victorias o premios.
El el ámbito educativo. La educación podría equilibrar la balanza en muchos aspecto sin embargo el acceso a ésta siendo niñas es muy inferior. Aunque se ha mejorado mucho, a nivel mundial el 80% de las mujeres sabe leer, frente a el 89% de los hombres. Pero en los países menos desarrollados sólo el 51% de las mujeres sabe leer y escribir. La igualdad casi se ha conseguido en la escuela primaria pero en caso de la educación secundaria o la superior es muy distinto. Los matrimonios a corta edad, la pobreza, los cuidados del hogar o los abusos hacen que muchas abandonen los estudios. Además hay un claro sesgo en las carreras que escogen si logran llegar a la universidad. Así solo el 30% de las y los investigadores en el mundo son mujeres. Y aunque lleguen a la universidad la mayoría no continúa con estudios avanzados (Beijinj20). Es decir parte del éxito académico está ligado al privilegio de nacer hombre.
En el ámbito familiar. Relacionado con esto último, muchas mujeres dejan estudios o trabajos por ocuparse del hogar. Ser ama de casa es un trabajo de tiempo completo que no se paga y por tanto no se valora. El reparto de tareas es muchas veces, inexistente. El cuidado y la educación de los hijos es casi exclusivo de la mujer. Cuando un hombre colabora con las tareas domésticas se dice que “ayuda en el hogar”. Como si no fuera su obligación, pero lo hace como favor. Además la familia patriarcal es un caldo de cultivo perfecto para la violencia intrafamiliar, relegando a la mujer a servir a su pareja. En España en 2019 el 11% de las mujeres ha sufrido violencia física por parte de sus parejas y 1 de cada 2 afirma que ha sufrido violencia machista de algún tipo. La pandemia del Covid19 ha acrecentado tanto las obligaciones de la mujer en casa como la violencia de género (Amnistía Internacional España, 2010). A día de hoy han muerto 42 mujeres asesinadas a manos de sus parejas (Epdata, 2019). Así ser hombre garantiza menos obligaciones familiares y por el contrario tienen menos posibilidades de morir por causas de género.
En el ámbito social. Esta violencia radica en parte en la cosificación de la mujer y su sexualización desde muy niña. La violencia machista está a la orden del día. Siendo noticia las violaciones en grupo. Los roles de género impuestos favorecen la creencia de que la mujer debe tener un hombre por encima de ella (enfermera, médico; dependienta, gerente). En los conflictos armados mujeres y niñas son las que más sufren, usadas como escudo humano o regaladas o vendidas al los combatientes. Leyes como la del aborto se dan por hecho en los países más desarrollados pero son un sueño en otros. Y aunque ahora los damos por sentado el derecho al voto fue durante mucho tiempo solo para los hombres, entre otras cosas.
Estos son solo algunos de los ejemplo que muestran que nacer como hombre es un privilegio exclusivo de la mitad de la población y por tanto un bien de prestigio. Combinado con ser de piel clara, nacer en una familia acomodada y tener buenos estudios y un trabajo bien pagado, podemos decir que ser hombre puede ser todo un lujo.
*Para este post no he tomado en consideración al colectivo LGTBQ+ ni las minorías étnicas ya que deberíamos entrar en aún más consideraciones. Pero debemos tener en cuenta que las diferentes orientaciones sexuales y expresiones de género o culturas minoritarias tienen en sí mismo otras dificultades. De hecho ser mujer cis, blanca y con alto poder adquisitivo es también un privilegio.
Bibliografía
Amnistía Internacional España. (2010). Mujeres y niñas. Amnesty.org. https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/temas/derechos-de-las-mujeres/
beijing20. (n.d.). En la mira .:. Educación y capacitación de la mujer. ONU Mujeres | La Plataforma de Acción de Beijingcumple 20 Años. Retrieved December 19, 2020, from https://beijing20.unwomen.org/es/in-focus/education-and-training
epdat. (2019). Violencia de género - datos y estadísticas. Epdata.Es. https://www.epdata.es/datos/violencia-genero-estadisticas-ultima-victima/109/espana/106
Krueger, M. (2008). Pasado, presente y futuro de la economía de bienes de prestigio como modelo interpretativo en arqueología. Revista d’Arqueologia de Ponent. http://www.rap.udl.cat/ca/rap-digital/numeros-anteriors/RAP-18/
Murillo, J. (2019, April 1). ¿Qué es el techo de cristal y por qué es importante destruirlo? Concilia2. https://www.concilia2.es/techo_de_cristal/
Roucek, J. S. (1957). La sociología del prestigio. Revista de Estudios Políticos, 94. http://www.cepc.gob.es/publicaciones/revistas/revistaselectronicas?IDR=3&IDN=490&IDA=8030
Sociedad patriarcal: cómo luchar contra ella. (2018, November 12). Ingredientes Que Suman. https://blog.oxfamintermon.org/sociedad-patriarcal-como-luchar-contra-ella/
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