Somos lo que comemos

 

Y cómo la comida cambió nuestra evolución


El dilema de cada día en la cocina de cualquier familia actual: ¿Qué comemos? Y no es porque no tengamos comida en casa, es que tenemos tantas opciones que no sabemos qué elegir. Quizás por eso la sociedad moderna tiende a la obesidad y a las enfermedades. Porque nuestra dieta ya no es solo por supervivencia es por placer. Incluso en las culturas que se auto-restringen el consumo de determinada comida, como el cerdo o la vaca, hay día de celebración, donde todo gira en torno a una gran reunión con un montón de alimentos deliciosos en la mesa (Marvin Harris, 2004). La comida es parte de nuestra herencia cultural. Y recientes estudios han demostrado que también influye en nuestro ADN (Maria Corisco 2020). Así que no es de extrañar que lo que comemos sea también un factor importante de nuestra evolución. Entender la forma en la que lo hacemos nos ayuda a comprender nuestro pasado, presente y posible futuro como especie.

Los primeros pasos

Situémonos en una línea del tiempo imaginaria (Smithsonian National Museum of Natural History, 2020). África, hace más o menos 10 millones de años, milenio arriba milenio abajo. Nuestros antepasados vivían el los árboles, comían hojas y frutos muy duros. Necesitaban un sistema digestivo largo para aprovechar cada nutriente  y mandíbulas fuertes. Eran de baja estatura, peludos y con un cráneo pequeño. Totalmente adaptados a vivir en los árboles. La vida era una sucesión de buscar comida, descansar y huir de los depredadores, pero algo estaba a punto de cambiar. África se parte en dos. Surge la falla del Gran Rift. Cientos de kilómetros de brecha que separa el mar de la sabana. La vida a uno y otro lado de la falla seguirán caminos muy distintos.

En la sabana los árboles escasean, en lo que hoy es Etiopía y Chad, muchas especies que no logran adaptarse mueren. Pero la vida siempre se abre paso. Y algunos de esos monos arborícolas sobreviven y cambian, evolucionan. El tiempo avanza, La sequía y hambre acechan, hay que hacer algo, encontrar otras fuentes de aliento. Hay que bajar al suelo.

Hace 7 millones de años Tumai hace algo impensable, se pone de pie. Con solo 1,30 de altura, Tumai (Sahelanthropus tchadensis) cuatro patas puede encontrar comida en el suelo, pero hay otros animales, grandes y fuertes que acechan y él no los puede verlos. Pero si se yergue sobre sus patas si, y no solo eso, le deja libres las manos. Aun puede ir hacia los árboles si le hace falta. Recorrer la sabana cuesta y lleva su tiempo, pero puede desplazarse de un corredor de árboles a otro y buscar comida. Cerca de allí, en Kenia otro se pondría de pie, Orrorin (Orrorin tugenensis), poco más de medio millón de años después también descubriría las ventajas del bipedismo.

El tiempo pasa, nos situamos hace 5,2 millones de años, nuestros antepasados (Ardipithecus kadabba) cada vez caminan mejor y más tiempo pero aún no pueden correr largas distancias. Ardi (Ardipithecus ramidos) se parece en altura a un chimpancé moderno. Pero se mueve en 2 patas, vive en Etiopía hace 4,4 millones de años. Su hogar es un ambiente boscoso y humeando, y como los chimpancés actuales como un poco de todo. Principalmente fruta pero también insectos. Los dientes caninos de los machos son un poco más grandes que los de las hembras. Aún estamos muy lejos del humano actual, pero vamos por buen camino.

Vegetarianos y algo más

De nuevo el cambio es lento, no será hasta hace 4 millones de años que llegará Australopithecus. Aunque aun subían los arboles ya caminaban mucho mejor y podían aprovechar ambos hábitats. Anamensis vivía cerca del lago Turkan en Kenia, sus molares muy esmaltados nos cuentan que no solo comía hojas sino que también frutos duros. Los machos eran mucho más grandes que las hembras.

Quizás la más conocida de los Australopithecus sea Lucy (Australopithecus afarensis). Lucy vivía en Etiopía hace 3,30 millones de años (BBC Mundo, 2014). Tenía los dedos curvos y los pies arqueados, subía frecuentemente a los árboles, pero también tenía la pelvis y las rodillas adaptadas para caminar de pie. Tenía unos 20 años cuando murió y seguramente ya había tenido algún hijo. Media 1,10 de altura y pesaba menos de 30 kilos. Aún se parecía más a un simio que a un ser humano y su cerebro era pequeño, un 35% del nuestro. Se la llamó “la abuela de la humanidad” aunque se han encontrado otros esqueletos de niños aún más antiguos.

Lucy vivía en un grupo pequeño, quizás dominado por macho, que eran mucho más grandes que ella. Su hábitat era el bosque de ribera pero también los espacios más abiertos. Y su alimentación se era ya más diversa. Comían hojas, juncos, frutos y tubérculos, raíces, invertebrados y vertebrados de pequeño tamaño. Posiblemente ir a buscar comida fuera el motor que nos impulsó a ponderar el bipedismo a un cerebro más grande, eso vendría después.

Sabemos que el consumo de proteína animal será fundamental para ese desarrollo. Uno de los debates abiertos tiene relación con Australopithecus garhi, que vivió en el este africano por que aparecieron fragmentos de huesos de herbívoros que presentaban en su superficie marcas de corte realizadas con lascas de piedra asociados a él. ¿Será que ya usaban herramientas y no son solo propias del género Homo?

Trituradores de comida

El clima cambió, la cuarta glaciación se hizo notar y teníamos que volver a adaptarnos. Hace 2,6 millones de años el clima se hizo más frio. En África los bosques menguaron y las sabanas se extendieron. Las plantas de las que los Astralopithecus se alimentaban pasaron a ser escasas. Las zonas áridas tenían plantas muy diferentes. Sobrevivieron las mejor adaptadas, como las que tienen las hojas coriáceas, de difícil digestión. Los frutos jugosos dieron paso a las espinas y muchas plantas desarrollaron rizomas, es decir tallos subterráneos o tubérculos. En este clima llegaron los Parántropos. Más grandes, aunque con un cerebro parecido a los Astralopithecus, teníamos mandíbulas poderosas. Robustus tenía una gran cresta cenital donde anclar los poderosos músculos de la mandíbula. Sus pómulos eran más anchos y sus dientes también cambiaron. Tenían los incisivos más pequeños y los molares y premolares mucho más anchos. Todo esto le permitía triturar su comida. Los frutos secos, las semillas y las raíces pasaron a ser parte de su alimentación (Ana Mateos y Jesús Rodríguez, 2010).

Incorporamos la carne

Llegaría el primero de los Homo. Hace 2,4 millones de años Habilis era más fuerte, más alto y tenía un cráneo más grande que sus antecesores. Y es el primero del que tenemos clara evidencia de que fabricaba herramientas. Tenía mucho menos pelo que un simio, el foramen magnun indicaría su claro caminar bípedo. Pero Habilis era mucho más. Versatilidad y adaptación, se iba perfilando el ser humano moderno.

El canal de parto era demasiado estrecho, los embarazos eran más cortos, así que los bebes nacían prematuros, igual que hoy, eran criaturas dependientes, el tiempo de crianza era mayor. Así que había que vivir en grupo, compartir y cuidarse unos a otros.

El don de la oportunidad, El cerebro más grande y su capacidad de crear herramientas dio a Habilis la oportunidad y la necesidad de comer carne en más cantidad. Algunos nutrientes no se encontraban en la dieta vegetariana pero si en la grasa de origen animal. Las primeras herramientas de piedra nos ayudarían rasgar la piel dura de los animales, romper gruesos y llegar hasta la médula. Nos daba más energía pero también cambio nuestro sistema digestivo que se hizo más corto. La carroña era parte de nuestra comida pero también el canibalismo.

Con el paso del tiempo, hace tan solo 1,9 millones de años la composición corporal de Homo Ergaster en África y Homo erectus en Oriente próximo eran casi como la moderna, ya no trepábamos a los árboles pero sí podíamos correr largas distancias. Nuestras herramientas eran mejores y nuestro cerebro seguía creciendo. Cazar pasó a ser parte de nuestra vida y el consumo de carne tanto de animales como de otros humanos seguía siendo parte fundamental de nuestra dieta.

En la Sierra de Atapuerca, Burgos, hace unos 900.000 años vivía Homo Antecessor. No sabemos con seguridad los motivos pero sabemos con seguridad que se comían a otros seres humanos. Los huesos encontrados en La gran Dolina tenían claras evidencias de canibalismo. Puede que no fueran de nuestro propio grupo o tal vez si, ya fuera en un ritual, por superveniencia, por eliminar la competencia o por algún trastorno mental no es de extrañar que unos Homo se comieran a otros.

Sabemos que Homo heidelbergensis, que también vivía en la Sierra de Atapuerca hace 700.000 años cazaba de manera activa y usaba lanzas y trampas. Pero no por eso dejamos de comer vegetales. Aprendimos a construir refugios usando ramas y piedras para crear una especie de nidos en el suelo. Mejor adaptados al frio, los vegetales nos aportaban el calcio que necesitábamos.

Hace 400.00 llegaría unos de nuestros antepasados más cercanos y más conocidos, Homo Neanderthalensis. Comúnmente conocidos como Neandertales, vivían en bosques abiertos, praderas y estepas desde Europa hasta Asia central. Y aunque podían vivir en climas cálidos como el Mediterráneo, nos adaptamos a vivir en climas fríos. Así que nuestra dieta se cambió en función de los diferentes lugares por los que pasábamos. En las regiones frías la carne de caza era más abundante que las plantas, así que seguíamos las manadas de animales. En la costa del Mediterráneo el mar era nuestra fuente de alimento como los mejillones o las tortugas.

Gran cerebro y cuerpos robustos, nuestro tamaño corporal era imponente. Una máquina bien engrasada hecha de músculos. Mejores adaptados, con más capacidades, nuestra tecnología y cultura se hicieron mucho más complejas que la de nuestros antepasados. Aunque conocíamos el fuego desde hace 800.000 años (Leonardo Huerta Mendoza, 2020) los Neandertales lo dominamos por completo. Esto nos daba la posibilidad de digerir mejor la carne, hizo comestibles algunos alimentos y nos permitió aprovechar mejor los nutrientes. Pero no solo eso, el fuego nos dio protección contra otros depredadores, nos ayudó a mejorar nuestras armas (como las puntas de lanza endurecidas por el fuego) y nos permitió ver mejor de noche. Seguramente ya contáramos historias de miedo alrededor de un fuego en las frías noches de invierno. Por eso la extinción de una especie tan compleja y parecida a los actuales Homo nos sigue desconcertando hasta hoy.

La dieta Paleo

Y por fin, hace tan solo 300.00 años, llegaría Homo sapiens, el ser humano moderno. Discusiones aparte sobre todo lo bueno y malo de nuestra especie, es un hecho que somos los únicos que quedamos. Nos expandimos rápido, en territorio, en conocimientos, en adaptaciones. Las poblaciones humanas cazadoras recolectoras conocían muy bien su entorno y se aprovechaban de él. Seguíamos las manadas de animales he introducimos en nuestra dieta nuevos alimentos y formas de comer. Creamos nuevas y sofisticadas técnicas de caza. Herramientas más complejas, sociedades mejor organizadas. Y adaptaciones al medio donde vivimos (color de piel, forma de los ojos, etc.).

Hace 30.000 años ya usábamos armas de larga distancia como hondas, arcos y flechas y también pescábamos con anzuelos. Aprovechamos todas las partes de los animales que cazamos y conocíamos muy bien la forma de despiezarlos. Estábamos muy orgullosos de nuestros logros, y así los demuestran la multitud de pinturas rupestres que encontramos en las cuevas con los animales que cazábamos en el paleolítico. También llevamos sus dientes o conchas como adornos. Nuestra cultura culinaria también se desarrolló, teníamos técnicas de conservación como los ahumados, o la carne seca que comemos incluso hoy. Así que podíamos movernos por regiones donde escaseaba el aliento porque lo llevamos con nosotros.

Leche y cereales

Con el último deshielo hace 16.000 años, el clima se hizo más templado así que podíamos quedarnos más tiempo en los mismo territorios. Nos hicimos mariscadores habituales. Poco a poco aprendimos a domesticar plantas y animales y asegurarnos un techo y comida durante todo el año. Hace unos 12,000 años incorporamos alimentos procedentes de los animales que criábamos. Hace 10.000 años comenzamos a criar de forma selectiva plantas y animales. En las regiones desérticas aprendimos a consumir la leche de otros mamíferos cuando no había agua. Aprendimos a producir vino y cerveza. Y aparecieron nuestras primeras vajillas. Dependíamos de las lluvias así que las hambrunas eran parte de nuestra vida.

Ya mayoritariamente sedentarios nos enfrentamos a nuevos retos. Desarrollamos diferentes sociedades, sistemas de creencias, descubrimos la escritura, las matemáticas y nuevas enfermedades. Y sin embargo aquí estamos. Miles de años más tarde. Solo el tiempo dirá hacia donde evolucionamos y cómo afectará lo que comemos hoy a nuestras generaciones futuras.

Bibliografía

Fecha de consulta, octubre de 2020.

Libros:

Marvin Harris (2004) Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura. Alianza Editorial. Madrid. España.

Artículos y webs:

Ana Mateos y Jesús Rodríguez (2010) Museo de la Evolución Humana de Burgos. La dieta que nos hizo humanos. Recuperado de http://www.edu.xunta.gal/centros/ieschapela/system/files/la%20dieta%20que%20nos%20hizo%20humanos.pdf

BBC Mundo (28-11-2014) Lucy, el fósil que reescribió la historia de la evolución humana. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/11/141128_lucy_fosil_evolucion_humana_lp

El universal (25/11/2015)Así comíamos hace 400 mil años. Recuperado de https://www.eluniversal.com.mx/articulo/ciencia-y-salud/ciencia/2015/11/25/como-comian-nuestros-ancestros-hace-400-mil-anos

Giselle Santín. Vive low carb.¿Qué comían realmente nuestros ancestros? - Parte 1. Recuperado de http://www.vivelowcarb.com/es/nutrition/comida-paleolitico

José María Ordovás(23-09-2013) El país. España. La alimentación no cambia el ADN, pero sí sus reguladores. Recuperado de https://elpais.com/sociedad/2013/09/30/actualidad/1380565744_023627.html

Leonardo Huerta Mendoza (27-04-2020) Gaceta UNAM. México. Nuestros antepasados prehistóricos consumían vegetales cocinados. Recuperado de https://www.gaceta.unam.mx/nuestros-antepasados-prehistoricos-consumian-vegetales-cocinados/

María Corisco (29-09-2020) Alimente. Epigenética: así modificas con la dieta el funcionamiento de tus genes. Recuperado de https://www.alimente.elconfidencial.com/nutricion/2020-09-29/epigenetica-asi-modificas-con-la-dieta-el-funcionamiento-de-tus-genes_1678538/

Smithsonian National Museum of Natural History (2020) Human Evolution Timeline Interactive. Recuperado de https://humanorigins.si.edu/evidence/human-evolution-timeline-interactive

Videos:

Jacques Malaterre (07-01-2003) Documental La odisea de la especie. Francia. Recuperado de https://youtu.be/n9HnFwChrZo

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