Por qué elegí estudiar Antropología?


Desde siempre he sido curiosa, adoro leer y mi cerebro no funciona bien si le falta información. Así que si, era la sabionda de clase, la que corregía a los demás y la que no podía evitar tener una opinión de casi cualquier cosa. 

Me cuesta admitir que no sé algo. No puedo quedarme con la duda. Mis compañeras soñaban con encontrar marido y tener bebés con 15 años. Yo soñaba viajar por todo el mundo descubriendo olores, sabores, colores y sobre todo gente nueva.

He tenido la gran suerte de tener padres lectores, creativos amantes de la música y del buen comer, pero sobre todo, viajeros. Tener hijos nunca les limitó para conocer lugares nuevos. Y me he mudado más veces de las que recuerdo! Cuando, por cualquier motivo, no podíamos viajar, me iba lejos con los libros, o con documentales de la tele. 

No teníamos grandes recursos, pero nunca nos faltó lo básico. Un techo, algo que llevarse a la boca y mucha seguridad en que nuestros padres hacían lo mejor para nosotros. Mi madre falleció hace tiempo, pero vive en nuestros recuerdos. Todavía tengo a mi  papi, gran lector y cocinero. 

Me tocó crecer muy pronto, hacerme cargo de cosas que propias de un adulto, pero estaba preparada. Me educaron para ser una guerrera y enfrentarme a cualquier cosa. Para no rendirme y seguir para adelante. La vida me puso trabas, pero la más grande me la puse yo misma. Pensaba que no podía estudiar lo que me gustaba porque no me iba a dar de comer. Pensaba que ser generosa implicaba dar el 100% a los demás, a las causas de los demás, a los proyectos de los demás. 

Me agoté, se me acabaron las pilas. Por segunda vez en mi vida, la primera fue la muerte de mi madre, me encontraba perdida, sin rumbo y sin saber cómo había llegado hasta allí. Con la ayuda de un profesional me di cuenta que el camino ya estaba marcado, que sabía cómo salir del hoyo, pero me daba miedo. La guerrera había perdido una batalla pero pensaba que había perdido la guerra. 

Y por segunda vez en la vida, un ser humano con corazón de oro fue mi luz al final del túnel. Hizo de azafata de avión, indicó las salidas y me dio una patada en el culo para que me moviera. Y no solo eso, me esperó en la salida. No para hacer el camino por mi, sino para caminar un rato juntos, literalmente. Para compartir el trayecto de esta aventura que es vivir.

Camino de Santiago, camino del norte
Camino de santiago, camino del norte

Así, dispuesta a cambiar mi vida, a comerme el mundo a ser la guerrera de nuevo, llegó la pandemia... Y nos dejó a todos parados, ni senderismo, ni trabajo, ni nueva vida. Pero esta vez estaba lista. Empecé un CP en Atención sociosanitarias para personas dependientes en instituciones. Espero que sea la profesión que me de comer los próximos años. Y me apunte a la carrera que podía subsanar mi hambre de conocimiento, mi sed de respuestas y que podía abarcar lo suficiente para tenerme entretenida mucho tiempo. El Grado de Antropología y Evolución Humana. 

Y en estas estoy, humana humana descubriendo a otros humanos  y muchas más cosas. Deseadme suerte en esta nueva y emocionante aventura!

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